Vitamina
La vitamina D es esencial para el equilibrio homeostático de los minerales, regula las concentraciones séricas de calcio y fósforo afectando a su metabolismo y absorción, es sintetizada en la piel por la radiación UV, la fuente más importante de vitamina D, la cual varía en intensidad en función de la latitud y la estación del año. Otra de las fuentes por la cual se puede obtener la vitamina D es la de la dieta, aunque son pocos los alimentos que la contienen, principalmente la encontramos en productos enriquecidos y aceites de pescado.
La deficiencia de vitamina D puede resultar en enfermedades óseas como el raquitismo en niños u osteomalacia y osteoporosis en adultos. Pero en los últimos años se ha venido hablando de múltiples funciones de esta vitamina que distan de sus clásicas acciones, esto empezó cuando se descubrió que había receptores de vitamina D en la mayoría de los tejidos y células y por lo tanto esto ha hecho surgir numerosas hipótesis de la importancia biológica de esta vitamina y de los supuestos efectos extraesqueléticos.
Estos efectos se basan en estudios observacionales que han encontrado una relación inversa entre niveles de vitamina D y algunas enfermedades como diabetes mellitus tipo 2, enfermedad cardiovascular, obesidad, enfermedades autoinmunes y algunos tipos de cáncer.
Una de las asociaciones que diferentes estudios han corroborado, es la relación entre bajos niveles de vitamina D y la insuficiencia cardíaca debido a la estrecha relación con la parathormona, así pues, unos niveles bajos de vitamina D se traducen en un aumento de esta hormona que conlleva al deterioro clínico de la insuficiencia cardíaca.
Otro rol establecido para la vitamina D está relacionado con la prevención de obesidad y la diabetes tipo 2, diferentes mecanismos que explican cómo la deficiencia de vitamina D promueve la obesidad y la diabetes tipo 2 está relacionado con la capacidad de modular la síntesis de insulina e incrementar la captación de glucosa, que a la vez disminuye la sensación de hambre y la ingesta de comida, y así contribuye a reducir la obesidad.
Por otro lado otro estudio que evaluó la relación entre el nivel de vitamina D y el índice de masa corporal de más de 42.000 participantes concluyó que niveles bajos de vitamina D serian una consecuencia de la obesidad, no su causa. Ya que el tejido graso podría almacenar la vitamina impidiendo su circulación en sangre.
Pero como anteriormente hemos comentado, la parathormona influye en los niveles de vitamina D y en este caso también tiene un papel importante, y es que indirectamente esta hormona en niveles elevados (producidos por niveles bajos de vitamina D) induce la fabricación de ácidos grasos. Es por ello que a pesar del conflicto de mecanismos, la modulación global de estos procesos por la vitamina D parece favorecer el control de la obesidad y sus comorbilidades.
Por otro lado, los datos que aportan los estudios en relación a las enfermedades inflamatorias y autoinmunes también es importante tenerlas en cuenta; y es que los datos apuntan a que pacientes con niveles bajos de vitamina D tienen más riesgo de padecer enfermedades inflamatorias e infecciones como por ejemplo del tracto respiratorio.
Por último las pleiotrópicas funciones de esta vitamina sugieren que la vitamina D no debe considerarse solo como un elemento esencial de suplementación, sino que también debe ser considerada como una buena estrategia para regular la función inmune y tratar o disminuir las enfermedades inflamatorias así como múltiples enfermedades, incluyendo el cáncer como apuntan algunos estudios importantes.